jueves, 26 de octubre de 2017

reflexion sobre la vida

una hora de tu tiempo

El mejor regalo para nuestros hijos es el tiempo que dedicamos a jugar con ellos. No debemos dejar que la rutina diaria nos prive de esos momentos.
Una hora de tu tiempo

Una hora de tu tiempo

Un hombre vino a casa tarde del trabajo, cansado e irritado, y encontró a su hijo de 5 años esperando en la puerta.
– ¿Papá, puedo hacerte una pregunta?
 
Sí, ¿cuál es?” contestó el hombre.
– ¿Papá, cuánto ganas en una hora?
Eso no es asunto tuyo. ¿Por qué preguntas eso? – Dijo el hombre enojado.
– Sólo quiero saberlo. Por favor dime, ¿cuánto ganas en una hora? repitió el pequeño.
Si quieres saberlo, en una hora gano 20 Euros.
– “Oh” – contestó el pequeño, cabizbajo. Volviendo a mirarlo, dijo
– ¿Papá, puedo pedirte prestadas 10 Euros?
El padre se puso furioso. Si la única razón por la que me has preguntado eso es para poder pedirme prestado dinero para comprar un juguete tonto o alguna otra cosa sin sentido, entonces vete directamente a tu cuarto y acuéstate. Piensa sobre por qué estás siendo tan egoísta.
Yo trabajo muy duro muchas horas todos los días, y no tengo tiempo para estas tonterías infantiles.”
– El chico fue calladamente a su cuarto y cerró la puerta. El hombre se sentó y empezó a ponerse aun más enfadado pensando en la pregunta del muchacho.
¿Cómo se atreve a preguntar cosas así sólo para conseguir algún dinero?
Después de aproximadamente una hora o así, el hombre se había tranquilizado, y empezó a pensar que quizás había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo que realmente necesitara comprar con las 10 Euros y realmente no pedía dinero muy a menudo. El hombre fue a la puerta del cuarto del muchacho y abrió la puerta.
“¿Estás dormido, hijo?” – Preguntó.
– “No papá, estoy despierto,” – contestó al muchacho.
“He estado pensando, quizá haya sido demasiado duro contigo antes,” dijo el hombre, “Ha sido un día largo y he pagado mi agresividad contigo. Aquí están las 10 Euros. que me pediste.”
– El pequeño se sentó y sonrió. “¡Oh, gracias papá!” gritó.
Entonces, buscando bajo su almohada sacó algunos billetes arrugados. El hombre, viendo que el muchacho ya tenía dinero, empezó a ponerse enfadado de nuevo.
El pequeño contó despacio su dinero, entonces miró a su padre.
¿Por qué pides más dinero si ya tienes? – refunfuñó el padre.
– Porque no tenía bastante, pero ahora sí, contestó.
– Papá, ahora ya tengo 20 Euros ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo?
– Por favor ven a casa temprano mañana. Me gustaría cenar contigo.

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